Es
bien sencillo, el cuerpo aumenta o disminuye el peso, en función de la
relación entre calorías ingeridas y calorías utilizadas. Esto es entre
la alimentación y actividad física. A más actividad más alimentos harán
faltan para cubrirlas o, dicho de otra forma, a menos alimentación menos
ejercicio será necesario para quemar esas calorías.
Sin embargo, a la obviedad de que la cena debe ser floja, quiero
aclarar el motivo y como se puede variar esto en función de las
variables sin ningún problema. Hay que entender que los alimentos es la
forma que tenemos de recargar de energía al organismo, de darle como muy
comúnmente se dice, gasolina al cuerpo. Por lo tanto esta gasolina se
necesitará cuando el cuerpo se mueva que será cuando la necesite, pero
como esto no es tan sencillo como pensar que los alimentos que entran
por la boca inmediatamente serán utilizados, lo más lógico será tomar
una comida más contundente cuando empezamos el día, no tanto por su uso,
que también, sino por las sensaciones de saciedad y necesidad que nos
surgirá de un mal racionamiento a lo largo del día.
El desayuno debe ser fuerte, porque sabemos que tenemos todo el día
por delante, el almuerzo debe tener doble intención, calmar el hambre
desde el desayuno y disminuirlo para la comida, así la comidadebe ser
mediana, la merienda tiene el mismo fin que el almuerzo, para llegar al
final del día por la noche con menos hambre, y sabiendo que por la noche
no vamos a tener necesidad de comer, una cena ligera será lo correcto
siempre que la suma total de las calorías repartidas durante el día sea
la óptima.
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